Y recorren mis pasos las vías sobre los bloques de tierra húmeda, pensar en volar, mendigar piedad, mendigar milagros, borrar las promesas de tus ojos, nunca supe mantener la calma, siento que el tiempo duerme abrazado a mi, trato de apartarlo de desligarme de todo sustento, pero vez que es inútil cada esfuerzo desvaría sobre mis ruinas; solo siento mi ciego respirar, tan suave, tan leve, me quedaré quieto esperando olvidar inhalar.

Y podré escapar, reflejar mi corazón en el vacío, ahuyentar mis temores y pensar que aún vivo, volar hacia abajo hasta oír el estruendo; luego despertar y recoger cada paso andado.

 

La devolución de los ojos

Nada permanece igual